La fachada principal, mucho más dinámica, es una perfecta fórmula de estímulos visuales, que en juego niegan totalmente las vistas hacia el interior. Como suspendida en el espacio, la casa genera su propio clima desprendiéndose del entorno, al que suma como paisaje, pero sin permitir que invada sus visuales abiertas.Desde la calle, la imponencia y elegancia del travertino juega sutilmente con la vegetación que acompaña el ingreso. El mármol enmarca la casa, que se oculta detrás de finos parasoles de madera, brindando privacidad al interior y permitiendo un juego de luces cambiantes a cada momento del día y del año, como un Manto contenedor de los llenos y vacíos que se cobijan en su interior.